—Estoy cansado —murmuró Qin Ming con un bostezo de indiferencia. Miró al Señor Xiao, que seguía hablando al frente del aula. A pesar de que el hombre era un veterano, todavía impartía cursos como el de Introducción a la Economía, lo que daba la sensación de que el plan de estudios era interminable.
Sin embargo, el cansancio de Qin Ming no se debía a la clase. Era porque la noche anterior empezó a practicar artes marciales. Gracias a la Guía de Artes Marciales que le había dado Zhang Quanzhen, practicó con los tres hermanos hasta el amanecer. A pesar de sus esfuerzos, ninguno de los cuatro pudo terminar los movimientos básicos.
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