En Ciudad Fortaleza, moribundo, Simón se arrastraba por el suelo hacia la entrada de la casa de la Familia Sosa. De repente, una limusina Lincoln se detuvo a un lado de la calle. Un conductor, vestido con un traje y un par de guantes blancos, bajó rápido del auto y fue a abrir la puerta trasera.
Luego, un hombre delgado de camisa blanca bajó del vehículo y se cubrió la boca con un pañuelo mientras tosía de forma enfermiza. Con algunos de sus hombres siguiéndolo desde atrás, miró hacia adelante y vio a Simón arrastrándose por el suelo como un perro moribundo y luego levantó la ceja mientras preguntaba:
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