―¡Saca tu arma! ―dijo Veran con voz grave.
Antes, cuando Yelchin luchó contra él, también le pidió que desenvainara su espada, pero Nataniel había dicho con desdén que no era necesario. Sin embargo, esta vez, no se sobreestimó. Podía considerarse que estaba respetando a su oponente. Sacó su espada larga de la cintura, con la punta de la hoja inclinada hacia el suelo, y dijo con calma:
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