Capítulo 930 Llama a tu hija para que venga a verme ahora
En pocas horas, Bacilio había pagado todas las deudas de Aldo, incluyendo el banco, los prestamistas y muchas más, en total, era la enorme cantidad de cien millones. A partir de ese momento, capturó al apostador y lo llevó ante Josué.
Con casi dos metros de altura y un cuerpo delgado, Aldo parecía ser un hombre bastante guapo. Sin embargo, la forma en que sus ojos se movían con un brillo malicioso le restaba atractivo. Al ver a los perspicaces guardaespaldas vestidos con trajes negros que rodeaban la zona, el corazón de Aldo saltó en su pecho. Bacilio habló:
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