Cuando la cara de Paulino Ranega se puso de repente roja, empezó a sudar también. A pesar de que solo había tomado un poco de té, Paulino se sentía muy incómodo, como si hubiera tomado un licor fuerte en su lugar. De inmediato se arrodilló y dijo con voz temblorosa:
—Señor Cruz, yo no...
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