Para las 6 p.m. toda la gerencia superior de Grupo Cruz todavía no había dejado la oficina ya que tenían que quedarse para otra junta de emergencia sobre su crisis de credibilidad. Todos los administradores reprendieron a Nataniel por sus acciones de ese día. Pudo haber resuelto la crisis más fácil si hubiera hecho a Marisa su embajadora de marca y le hubiera pagado los doscientos millones de la tarifa de aprobación, pero Nataniel tuvo que pensar solo en sí mismo y negarle a Marisa ser la embajadora. Pensaron que su actitud presuntuosa la había ofendido y había causado esta crisis.
Al ver cómo la gerencia reprendía a Nataniel, Peni se mordió los labios y habló por él:
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